domingo, 28 de abril de 2013

NI UN PASO ATRAS de Elena Ocejo Alvarez

La iglesia mendicante, impaciente ante el transcurso de la legislatura, sin novedad en su ámbito, ha irrumpido de forma inminente en la actividad política del país, y no lo ha hecho para alzar la voz en defensa de las víctimas del desempleo o los desahucios, que va, hace acto de presencia de forma ostensible para reclamar su tributo al político atribulado que viene haciéndose el remolón; este ha vendido su alma al diablo y lo sabe, ahora tendrá que pagar su precio, por ello ha convocado ya al santo oficio y Gallardón el sumo hacedor, tras el estrepitoso fracaso al tratar de reformar el Consejo General del Poder Judicial, se ha puesto manos a la obra para acometer las reformas necesarias y acabar con la actual legislación en materia de aborto y reproducción sexual.
Como si de un auto de fe se tratara, la Conferencia Episcopal, reivindica el derecho a imponer su verdad, su ideología, condenando a las mujeres que abortan, como antes, siglos atrás condenaron a Galileo, a Copérnico, como han hecho con tantas mujeres quemadas en la hoguera en nombre de esta fe y esta iglesia que mira hacia otro lado cuando hablamos de pederastia y escándalos sexuales en el mismísimo vaticano, una iglesia, una religión, una fe que no denuncia la injusticia, el robo de bebés, la corrupción, el tráfico de seres humanos.
A Gallardón le parece “éticamente inconcebible la desprotección del concebido” Tal afirmación resulta escandalosa, Señor Gallardón, ¿es acaso éticamente concebible la desprotección que su gobierno ofrece a las miles de personas concebidas que sufren las consecuencias de una crisis impuesta?, o para situarnos justamente a la altura de su despropósito demagógico ¿resulta éticamente concebible vivir en la opulencia, mientras millones de seres humanos ya concebidos, se mueren de hambre?  
No se equivoquen y no confundan, se trata de un derecho de la mujer, que de forma libre y adulta decide o no, afrontar la maternidad. No traten de jugar con nosotras y sobre todo no nos subestimen, somos más de la mitad de la población y no estamos dispuestas a dar ni un paso atrás.