La ‘amenaza’ del estereotipo y las
mujeres
Pilar López Díez
Doctora en Ciencias de la Información, es experta en
Comunicación y género
Un reconocido articulista del New
York Times, Brent Staples, fue un joven licenciado de la universidad de
Chicago que vestía con la estética ‘hip-hop’, ropa tres tallas más grandes que
la suya, gorra de beisbol y zapatillas de deporte. Con esta presentación,
cuando caminaba por el barrio Hyde Park, de Chicago, de noche, y siendo como
es, negro, no entendía el efecto que su presencia producía en la gente con la
que se cruzaba; se apartaban a su paso o incluso se cruzaban de acera. Algo inexplicable.
No se dio cuenta del rechazo que producía hasta que decidió, sin cambiar su
imagen, recorrer los lugares habituales silbando alguna melodía de Vivaldi. Notó
que el efecto producido era radicalmente distinto: la gente no solo no parecían
tenerle miedo, sino que le miraban, incluso, con cierta simpatía. Complicidad y
sonrisas; todo por ir silbando música clásica. Sorprendente. Staples, negro,
había escapado del estereotipo “negro igual a peligroso”.
Esta anécdota da nombre a un libro
publicado en inglés en 2010, Wistling Vivaldi. And other clues to how Stereotypes Affect us, del
psicólogo social y catedrático de la universidad de Columbia, Claude Steele,
quien desarrolla aquí la idea de la ‘amenaza’ del estereotipo. Lo que nos
cuenta es la gran influencia que tienen los estereotipos sobre el
comportamiento y rendimiento de las personas, y cómo podríamos superarlos. Da
cuenta de las investigaciones llevadas a cabo en los últimos veinte años en
donde se pone de manifiesto que un grupo de personas, sometidas a la presión o
amenaza del estereotipo, actúa peor que si no están afectadas por él.
Dado que sobre las mujeres penden más
estereotipos negativos sería interesante reflexionar sobre los efectos de los
estereotipos en los medios. Uno de los resultados de una investigación que cita
el libro es que si antes de pasar un examen de matemáticas, a un grupo de
chicas se les recuerda el estereotipo “las chicas son peores en matemáticas que
los chicos”, obtienen peores resultados que si no se les recuerda. La ‘amenaza’
del estereotipo está omnipresente en la sociedad y actúa implacablemente. Pero
también nos avisa de que podemos esquivarlo.
Los medios de comunicación españoles,
desde hace más de quince años saben muy bien que han logrado expulsar de las
noticias sobre violencia machista varios estereotipos, entre otros, el del “crimen
pasional” y los celos como motivos de la violencia machista. A nadie se le
ocurre hoy, ya, exculpar a un criminal, como hacía una noticia de 1984 que
informaba del asesinato de una menor, de 14 años, por un hombre de 55, y de
quien se decía que “había actuado cegado por los celos”. La noticia culpaba a
la menor de su propia muerte con la frase: “Juana se mostraba antes de su muerte indiferente hacia José”.
Es cierto que la forma más sencilla de
llegar a una amplia audiencia es utilizando estereotipos. Es un recurso
fácilmente reconocible por cualquier tipo de público y es un medio que no
requiere mucho esfuerzo ni creatividad. En un estudio cuyos resultados se
dieron a conocer en 2010, GMMP, y en donde se habían investigado casi 16.000
noticias de un día, en 105 países del mundo, una de las conclusiones fue que,
con mucha frecuencia, las fotografías sirven para reforzar los estereotipos de
género en distinto grado. Los estereotipos que se encontraron sobre las mujeres
son que, frecuentemente, se las sexualiza, se las presenta como pasivas, domesticadas,
como víctimas o subordinadas a los hombres. El estereotipo de la mujer como
víctima es recurrente en todas las investigaciones realizadas, de manera que no
sería ningún despropósito preguntarse ¿el estereotipo de ‘la mujer víctima’, no
tendrá alguna influencia en el comportamiento, inexplicable para muchos, de
tantas mujeres -de cualquier clase social y nivel formativo- incapaces de huir
de las relaciones violentas de pareja?
Siguiendo a Steele, podría ocurrir que
debilitar el estereotipo de la mujer como víctima se consiguiera publicando
noticias positivas de aquellas mujeres que, o bien salen del círculo de la
violencia o nunca cayeron en él. Sería, además, una medida que el 80,7% del
público y el 95,6% de la profesión periodística apoyaría, según una encuesta de
2010.
Asignar, dicotómicamente,
características de la personalidad y competencias a las personas en función del
sexo es una práctica discriminatoria que limita el desarrollo de las personas,
tanto de mujeres como de hombres. Después del reconocimiento general al papel
de los medios españoles en la visibilización de la violencia de género,
Sería deseable que se enfrentasen a
las prácticas periodísticas que posibilitan la estereotipación negativa de las
mujeres.
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